Gigante ft. Caneda de Leiva

La canción "Gigante" de Leiva, lanzada en el año 2016 como parte de su álbum "Quello Che Vi Consiglio Vol. 7", es una obra que inunda al oyente con emociones que oscilan entre la melancolía y la esperanza. A través de sus letras, el protagonista desgrana su mundo interior, explorando las complejidades de las relaciones humanas y el peso del paso del tiempo. En este sentido, se percibe cómo cada verso desvela fragmentos de una vida en busca de significado, intercalando instantes de rencor y autodescubrimiento.

Desde los primeros compases, la letra nos introduce a un escenario donde la falta de comunicación es palpante; "otra semana sin hablarnos por motivos extraños" evoca la distancia emocional que puede surgir en cualquier relación. Esta idea resuena con fuerza en una época donde las conexiones pueden ser profundas pero también frágiles y superficiales. El deseo del protagonista por tener “la perspectiva de un dron” sugiere una añoranza por entender mejor su situación, casi como si buscara una visión más amplia para desentrañar complicaciones emocionales que parecen insuperables.

El recurrente "temblor gigante" mencionado a lo largo de la canción actúa como un símbolo del conflicto interno que siente. Este temblor puede interpretarse tanto como miedo como esperanza ante lo desconocido, capturando esa dualidad inherente a las emociones humanas. Al mencionar un “rencor gigante”, el protagonista no solo refleja resentimiento hacia su amante o hacia sí mismo sino también hacia situaciones pasadas que han marcado su vida. Aquí se desliza una reflexión sobre cómo el amor transformador es buscado por todos y cómo parece tan esquivo.

La autocrítica está presente cuando Leiva menciona estar “enamorado de nosotros mismos”. Este momento revela una profunda vulnerabilidad; plantea interrogantes sobre el egoísmo frente al amor genuino y cómo a menudo estas dinámicas interpersonales son contradictorias. El paso a "estar en el mercado", provocadoramente relacionado con ser visto como mercancía o objeto deseable, añade otra capa a esta crítica social sobre las relaciones modernas.

La imagen del "lobo solitario" refuerza el aislamiento del protagonista ante tales circunstancias emocionales difíciles de gestionar. La lucha interna entre desear compañía y sentirse incomprendido se hace aún más evidente cuando incluye sus propias inseguridades: "no me verán nunca poner la mano en el fuego". La cercanía emocional parece ser sustituida por desconfianza e introspección.

En términos temáticos, se erigen dos polos claros: amor y soledad. Esta tensión se ve acompañada por referencias culturales contemporáneas cuando menciona cómo “los chavales ya no quieren canciones tristes". Aquí hay una clara conexión con la influencia social moderna; indica cómo los jóvenes buscan evasión frente a realidades duras quizás prefiriendo superficialidad antes que profundizar en emociones dolorosas.

El cierre reflexivo con agradecimientos permite notar un cambio en la percepción del propio protagonista hacia sus experiencias vividas: valora lo aprendido incluso cuando ha sido doloroso. Se trata así un viaje emocional donde cada ola vivida tiene su razón sustancial; aunque duela, hay crecimiento personal detrás —“a veces encuentras el impulso exacto”.

"Gigante" es testimonio poético de Laiva sobre las penurias internas que surgen en medio del amor fallido y las expectativas poco realistas entrañadas desde nuestras vivencias e interacciones sociales. Lo curioso es cómo logra construir todo esto dentro de un marco musical moderno sin perder autenticidad ni profundidad lírica, reflejando claramente la riqueza expresiva intrínseca propia del autor.

La canción invita al oyente no solo a reflexionar sobre sus propios miedos e inseguridades en relaciones pasadas o presentes sino también a reivindicar tu derecho a sentir esos temblores gigantescos que nos hacen humanos y vulnerables al mismo tiempo.