La canción "Vamos A Volar" interpretada por La Casa Azul, perteneciente al álbum "Tan Simple Como El Amor", se enmarca dentro del género de indie pop y pop alternativo. Fue lanzada el 4 de marzo de 2000.
La letra de la canción parece abordar el tema del amor y la fugacidad de las relaciones. El amor es descrito como algo que se va, sobrevolando nuestras vidas sin piedad, lo que puede implicar un sentimiento de impermanencia y transitoriedad en las relaciones sentimentales. La idea de que todo pasa deprisa y nada vuelve a comenzar refleja un cierto pesimismo o resignación ante la efímera naturaleza de las emociones humanas.
El narrador invita a su pareja a agarrarse a su espalda para volar juntos, lo cual puede interpretarse como una metáfora de escapar de la realidad mundana y cotidiana, buscando un escape hacia un lugar idealizado donde prevalezca el amor y la felicidad. La referencia a recorrer la ciudad como gotas de lluvia puede aludir a una sensación de libertad y ligereza al dejarse llevar por los impulsos del corazón.
Se menciona la idea de bailar y entregar la vida, lo cual representa una entrega total al amor y sus emociones. Sin embargo, también se habla de despedidas temporales y del narrador siendo considerado aburrido para ciertas actividades, lo que podría sugerir un conflicto interno entre el deseo de mantener la relación y el miedo a no ser suficiente para su pareja.
El uso del verbo "flotar" podría simbolizar esa sensación etérea e ingrávida que produce el amor cuando nos sumergimos en él con intensidad. La invitación a poner en marcha el tocadiscos para volar juntos indica una actitud optimista y lúdica hacia la vida, marcando un contraste con la melancolía presente en otros fragmentos de la canción.
En resumen, "Vamos A Volar" es una canción que reflexiona sobre la volatilidad del amor, las experiencias fugaces que marcan nuestras vidas y la búsqueda constante de momentos especiales junto a aquellos que amamos. La poesía lírica e introspectiva presente en la letra invita al oyente a sumergirse en una atmósfera melancólica pero esperanzadora, donde el vuelo simbólico representa el anhelo humano por encontrar conexión emocional y significado en medio de la fugacidad del tiempo.