La canción "Me gusta ser una zorra" del grupo Vulpess es una pieza musical que desafía las convenciones sociales a través de su lenguaje crudo y su actitud provocadora. Publicada en 1983, esta letra se sitúa en un contexto de transformación social y cultural en España, donde emergieron movimientos que abogaban por la liberación sexual y la expresión personal sin tapujos.
El significado de la letra transita por el camino de la autodefinición y la reivindicación de la libertad femenina. El término "zorra", que tiene connotaciones despectivas para muchas personas, aquí se apropia como un emblema de liberación. La protagonista se niega a aceptar los dictámenes tradicionales sobre las relaciones amorosas, posicionándose en contraposición al amor romántico idealizado que muchos ansían. En este sentido, expresa un deseo claro por actuar según sus propios deseos; disfruta de su propia compañía ("prefiero masturbarme yo sola") y busca satisfacción económica y emocional en interacciones menos convencionales.
A lo largo de la canción, resuenan múltiples voces críticas hacia los hombres y sus expectativas. La frase "que te den por culo" encapsula una respuesta visceral ante un comportamiento opresivo o manipulador. Aquí, se establece un tono combativo que invita al oyente a cuestionar los estereotipos sexuales impuestos por una sociedad patriarcal.
Hay un tono irónico presente cuando habla sobre "joder con ejecutivos". Esta referencia puede interpretarse como una crítica mordaz hacia los hombres poderosos que buscan aventuras fugaces sin compromiso emocional. El uso del humor negro permite a la protagonista reafirmar su decisión de tomar el control sobre su vida sexual en lugar de dejarse llevar por promesas vacías del futuro.
El enfoque en figuras icónicas como Lou Reed sigue reforzando el carácter atrevido de la letra. Al pedir explícitamente ser deseosa frente a un "cerdo carroza", Vulpess explora el mundo del rock y sus héroes con mirada desenfadada, jugando con lo absurdo e irreverente para denunciar hipocresías tanto dentro como fuera del propio ámbito musical.
La emotividad detrás del canto es intensa; aunque hay elementos festivos con las repeticiones fijas (el famoso "Me gusta ser una zorra"), también subyace una carga emocional potente: el deseo desesperado por libre albedrío en un mundo lleno de restricciones. Desde esta óptica, resulta evidente el desengaño que siente ante los modelos tradicionales —encarnados igualmente en compañeros románticos o en figuras culturales— exhibiendo así su músculo crítico contra unas normas limitantes.
En conclusión, "Me gusta ser una zorra" no solo es un himno provocador sobre la libertad sexual femenina sino también una declaración audaz contra aquellos poderes que intentan imponer roles o expectativas predefinidas. Su impacto cultural fue significativo durante los años ochenta; encarnó una parte importante del llamado "Movido Madrileño", siendo representativa del espíritu rompedor de esa época llena de cambios sociales profundos y nuevos enfoques sobre sexualidad e identidad.
Esta pieza ha perdurado no solo gracias a su ritmo pegajoso sino también porque continúa resonando con nuevas generaciones que buscan autonomía sobre sus cuerpos y decisiones personales. A través del uso deliberado del lenguaje ordinario y directo, Vulpess desafió normas conservadoras mientras dejaba claro que la diversión puede coexistir con puntos críticos acerca del amor y las relaciones interpersonales.