La nostalgia es una droga de Fangoria

"La nostalgia es una droga" es una canción interpretada por Fangoria, incluida en su álbum "Canciones para robots románticos". La letra de la canción aborda un tema profundo y emocional: el poder de la nostalgia y sus efectos en nuestra vida.

En la canción, se plantea que más allá de los recuerdos existe un desierto por el que el protagonista pasea, encontrándose con figuras del pasado que le cuestionan sobre quiénes son. Estos fantasmas del tiempo, como espejismos, revelan un conflicto interno con lo que se ha vivido. Se desmitifica la idea de que el pasado siempre fue mejor, resaltando las trampas emocionales que la nostalgia puede traer consigo.

Se destaca a la nostalgia como una droga dura y adictiva, que envuelve lentamente en su telaraña fría, haciendo evidente el dolor de recordar momentos pasados. La memoria se presenta como un cuchillo de doble filo, capaz de cortar a lo más profundo de nuestras creencias y sentimientos.

El segundo verso explora una zona más íntima y dolorosa del protagonista, donde residen sus vergüenzas y arrepentimientos. Se menciona cómo estos fantasmas del pasado buscan pedir perdón, mostrando así la carga emocional que conlleva rememorar ciertos eventos.

La canción culmina con una reflexión sobre las consecuencias de mirar hacia atrás constantemente: convertirse en sal, simbolizando la inmovilidad e incapacidad para avanzar si uno no aprende a dejar atrás el pasado.

A nivel musical, Fangoria combina elementos pop con letras profundas y emotivas, creando una atmósfera melancólica pero reflexiva. Alaska y Nacho Canut demuestran su habilidad para transmitir sentimientos complejos a través de sus composiciones.

En definitiva, "La nostalgia es una droga" es una pieza musical cargada de significado y reflexiones sobre el peso del pasado en nuestras vidas. A través de metáforas potentes y una melodía envolvente, Fangoria logra conectar emocionalmente con su audiencia y abrir un diálogo sobre la importancia de aprender a vivir en el presente sin dejarse consumir por los fantasmas del ayer.