La canción "El Borrego" de Los Tucanes de Tijuana es una narrativa musical que ilustra la vida de un hombre que, partiendo de la pobreza, se convierte en un exitoso narcotraficante. Esta pieza se inserta en el contexto del narcocorrido, un género que retrata historias relacionadas con el narcotráfico y sus protagonistas. Publicada dentro del álbum "14 Tucanazos Bien Pesados", la canción captura las altas y bajas del protagonista a lo largo de su vida.
La letra comienza con una descripción del origen humilde del Borrego, quien vivía en Tierra Blanca y sobrevivía realizando mandados. La pulsión hacia una mejor vida lo lleva a involucrarse en el tráfico de drogas, donde rápidamente demuestra no sólo valentía sino también inteligencia para escalar posiciones. El uso de términos como "gente fina y derecha" refleja el orgullo que siente por mantener cierta ética en su profesión irregular, señalando que a pesar de estar envuelto en un mundo peligroso, trata de actuar con integridad.
Sin embargo, la historia da un giro cuando es detenido en Tijuana; aquí comienza a explorar temas recurrentes como la detención y escape. A pesar de enfrentarse al sistema judicial norteamericano, logra salir absuelto gracias a conexiones económicas. Este elemento revela una crítica social sobre cómo el dinero puede moldear los resultados legales —una ironía palpable que acompaña a toda la narrativa. La figura del abogado o "licenciado" es esencialmente vista como un facilitador del crimen a través de su habilidad para arreglar todo por medio del dinero.
El viaje del protagonista continúa cuando se traslada a Estados Unidos. Aquí ya no hay vuelta atrás; se identifica abiertamente como traficante sin miedo ni arrepentimientos. Frases clave como "Soy traficante de Sinaloa" reflejan una resignación estoica ante su estilo de vida elegido; es consciente del riesgo pero parece aceptar su destino sin dudarlo.
A medida que avanza la narración, los acontecimientos toman un giro trágico cuando finalmente es asesinado en su hogar por policías corruptos. Este desenlace cierra un ciclo donde las acciones tienen consecuencias ineludibles —una observación profunda sobre la mortalidad inherente al mundo criminal que retrata esta canción. Con líneas personales como “Adiós amigo, Chapo Guzmán”, queda claro cómo las relaciones intervienen profundamente en este ámbito donde lealtad y traición son dos caras de una misma moneda.
El tono emocional oscila entre el brío y la melancolía; aunque muchos versos muestran orgullo por los logros alcanzados —como hacerse gallero profesional— hay siempre una sombra ominosa presente: el desenlace inevitable provocado por sus elecciones.
Desde un punto de vista musical, Los Tucanes aportan su característico estilo regional mexicano con ritmos vibrantes que contrastan con los oscuros matices narrativos; esto provoca una especie de disonancia entre lo festivo y lo trágico. El uso repetido del lema “El que obra mal, se le pudre el alma” refuerza esta dualidad moral: aunque existe éxito material momentáneo, también hay consecuencias espirituales severas asociadas al camino escogido.
En relación al impacto cultural, esta pieza resulta ser representativa no solo porque encarna experiencias individuales sino también porque resuena con una sociedad que ha estado profundamente afectada por el narcotráfico. “El Borrego” invita a reflexionar sobre cómo nuestras decisiones definen quiénes somos e irreversiblemente nos moldean hacia donde vamos.
Por tanto, esta canción cobra vida no solo como entretenimiento sino como retrato visceral e inmersivo de desafíos éticos y morales dentro un submundo tan particular y amplio como lo es el narcotráfico mexicano. En última instancia, “El Borrego” se convierte así en testimonio emblemático sobre las vicisitudes humanas envueltas en este entorno conflictivo donde cada acción tiene its repercusión directa sobre la existencia misma del individuo.