La canción "Perder los modales" del grupo Veintiuno es una exploración visceral de los deseos y la búsqueda de autenticidad en un entorno a menudo superficial y lleno de pretensiones. A través de su letra, el protagonista expresa una lucha interna contra las normas sociales y las expectativas externas, abogando por un momento de liberación personal que contradice el orden establecido.
Desde sus primeras líneas, la canción establece un tono melancólico pero esperanzador. El protagonista se encuentra en un concierto, un espacio que simboliza tanto la celebración como el enfrentamiento con sus propios miedos e inseguridades. La "noche" evoca misterio y posibilidad, mientras que los versos que relatan "florescencias" internas sugieren la efímera naturaleza del deseo. Esta dualidad se refleja en el cuaderno "rojizo", metáfora del amor y de las emociones reprimidas que nunca llegaron a verbalizarse.
El clímax emocional se produce cuando el protagonista manifiesta su anhelo a perder los modales. Este deseo no solo representa una ruptura con lo convencional sino también una entrega total a las experiencias intensas de la vida. Las repeticiones del estribillo acentúan la urgencia del mensaje: "Quiero perder los modales". Es como si cada reiteración diesen fuerza a esa necesidad de vivir plenamente, sin ataduras ni limitaciones previamente impuestas.
En medio del torbellino de emociones, surgen personajes que representan diferentes aspectos del mundo artístico contemporáneo. En esta narrativa, hay referencias a relaciones interpersonales absorbidas por el brillo fugaz de la fama, interpretadas con ironía dada su relación volátil con lo efímero—figuras como “un joven promesa recién cancelado” o “cantantes indie intentando arrimarse”. Esta crítica subyacente hacia un sector casi culto resalta la dificultad para perseguir objetivos genuinos en medio de patrones marcados por la meritocracia y los aristócratas culturales.
El verso "Échame sal en la herida una vez en la vida" encapsula ese deseo intenso por experimentar dolor junto con placer. Aquí, se percibe una fuerte carga emocional; es como si el protagonista buscara todas las aristas posibles de lo humano—no solo lo bello o lo agradable, sino también lo desgarrador e incómodo. Tal búsqueda revela una sabiduría cruda: aprender a convivir con esas heridas forma parte vital del proceso hacia experimentar momentos significativos.
Finalmente, aunque envuelta en una atmósfera fresca y desenfadada propia del sonido pop-rock contemporáneo que caracteriza al álbum LBDDYE, esta pieza musical se convierte en una mirada introspectiva sobre cómo las vivencias conforman nuestra identidad más profunda. La insistencia repetitiva sobre “una vez” enfatiza no solo la fugacidad del tiempo sino también cómo ciertos momentos son irrepetibles y están destinados a dejar huella perdurable.
De este modo, "Perder los modales" no solo es una declaración sobre disfrutar el presente sin restricciones; también plantea cuestionamientos sobre quiénes somos realmente cuando despojamos nuestras vidas de esas convenciones sociales dictadas por otros. Con melodías pegajosas pero letras cargadas de significado profundo, Veintiuno invita al oyente a reflexionar sobre su propia existencia dentro de esos espacios limitados donde muchas veces nos hallamos atrapados.
Esta combinación única entre lirismo poético y crítica social otorga a la obra un carácter envolvente que resonará bien en aquellos ávidos por encontrar alguna conexión seria en medio del ruido moderno. Sin duda alguna, resulta ser mucho más que simples notas musicales; es un llamado reverberante hacia ser auténticos incluso cuando eso implique perder control sobre nuestros tan valorados modales.