Deceives the eye de Madness

In the earliest days of my shoplifting career,
you could safely say i was filled with fear.
it was nail biting work from the very start,
but several quick sucesses soon gave me heart.
after a while i could pick or nick or steal,
some shirts some trousers and a few lps.
no-one ever stopped me, they didn't seem to care.
it sometimes seemed to me that there was no-one there.
Then a fine summers day my mates and me,
set off down the westend on our usual spree.
things were as normal for an hour or so,
then my nimble hands were a bit too slow.
two store detectives made a fast approach,
one grabbed my jacket (you're nicked)
the other grabbed my throat.
so they caught me at last, one said with joy:
"you'll have to do some time, my light fingered boy"
If only i'd remembered my common sense,
they captured me red-handed with evidence.
if i go to the manager and say i'm sorry,
maybe he'll forgive me for my youthful folly.
But what will me social worker say,
if i don't come home today?
he'll give me a clout
what if they don't let me out?
i told him i'm on me own
don't they understand?
i'm from a broken home
I'll tell them i'm the product of a broken home,
and i always went out on my own.
was it too late to say i'd pay,
and i'll never steal again 'till the end of my days?
because i have no friends to call as such,
money and posessions i did not have much,
so i started to steal in order to get by.
the quickness of the hand deceives the eye.
deceives the eye the eye the

En los primeros días de mi carrera como ladrón,
podías decir con certeza que estaba lleno de miedo.
Era un trabajo lleno de tensión desde el principio,
pero varios éxitos rápidos pronto me dieron ánimo.
Después de un tiempo podía pickear, robar o hurtar,
algunas camisas, unos pantalones y algunos discos.
Nadie nunca me detuvo, no parecían importarle.
A veces me parecía que no había nadie allí.
Entonces, un hermoso día de verano, mis amigos y yo,
salimos al West End en nuestra habitual juerga.
Las cosas estaban normales durante una hora más o menos,
hasta que mis manos ágiles fueron un poco demasiado lentas.
Dos detectives de tienda se acercaron rápidamente,
uno agarró mi chaqueta (estás pillado)
el otro me agarró del cuello.
Así que finalmente me atraparon; uno dijo con alegría:
"tendrás que pasar un tiempo encerrado, niño de dedos ligeros".
Si tan solo hubiera recordado el sentido común,
me capturaron con las manos en la masa y evidencia.
Si voy al gerente y le digo que lo siento,
quizá él me perdone por mi locura juvenil.
Pero qué dirá mi trabajador social,
si hoy no vuelvo a casa?
Me dará un mamporro;
y si no me dejan salir?
Le dije que estoy solo;
no lo entienden?
Vengo de una familia rota.
Les diré que soy producto de un hogar desestructurado,
y siempre salía solo.
Es demasiado tarde para decir que pagaría,
y nunca robaré otra vez hasta el final de mis días?
Porque no tengo amigos a quienes llamar como tal,
dinero y posesiones no tenía mucho;
así que empecé a robar para poder subsistir.
La rapidez de la mano engaña al ojo.
Engaña al ojo...